"Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver..."
Joaquín Sabina, Peces de Ciudad
En los últimos 10 años me he mudado unas 15 veces de país (a través de Europa, África y América Latina). Cuando digo mudarme me refiero a irme por temas de trabajo, bien porque el trabajo en sí lo requería, o bien porque me daban contratos cortos, pero por trabajo a fin de cuentas. Todas estas mudanzas las hice sola. Bueno, en los últimos dos años con Melquiades, mi gata.
Lo que al principio era una aventura, con el paso de los años se fue convirtiendo en una rutina desgastante a nivel emocional.
Cuando hablamos de migración, siempre pensamos en una persona que se mueve de A a Z. Sin embargo, en un mundo cada vez más globalizado, somos muchas las personas cuyas trayectorias van de A a B, luego C, luego a D, luego a E... y parece que nunca se llega a la Z. Así, el sentimiento de desarraigo se ha vuelto más frecuente que nunca. Ya sea impulsad@s por oportunidades económicas, inestabilidad geopolítica o circunstancias personales, much@s de nosotr@s nos encontramos mudándonos con frecuencia de un país a otro. Si bien la perspectiva de nuevas experiencias y aventuras puede parecer emocionante, la realidad es que el movimiento constante puede afectar la salud mental y el bienestar emocional.
En este post hablamos del profundo impacto del desarraigo en la salud mental y emocional y exploramos estrategias para navegar por este viaje turbulento.
El impacto emocional del desarraigo
Normalmente se habla del desarraigo para referirse a personas desplazadas a la fuerza (refugiados), pero también el verse obligado a moverse constantemente, ya sea por trabajo o por seguir a nuestra pareja, puede tener profundas implicaciones psicológicas. Uno de los principales desafíos que enfrentan las personas que experimentan mudanzas frecuentes es el sentido de inestabilidad e incertidumbre. Establecer un sentido de pertenencia y conexión con un lugar o comunidad en particular se vuelve cada vez más difícil, lo que lleva a sentimientos de alienación y desorientación.
Además, la constante agitación que conlleva la mudanza interrumpe las redes sociales y los sistemas de apoyo establecidos, lo que puede exacerbar sentimientos de soledad y aislamiento, contribuyendo a la depresión y la ansiedad. También el ciclo perpetuo de despedidas y nuevos comienzos puede erosionar el sentido de identidad y autoestima de las personas, poniéndose en duda aspectos como la pertenencia y el propósito de vida.
Cómo afrontar esta montaña rusa emocional
Lo que se aconseja en el papel vs. lo que la realidad esconde
En los últimos meses he recibido a bastantes clientes que se encuentran atrapados en el limbo del desarraigo. Más allá de prestarles mi ayuda como coach, también realicé una exhaustiva bísqueda sobre qué aconsejan los expertos de la salud mental para sobrellevar el vacío que provoca el desarriago. Estas son algunas de las estrategias que se sugieren, confrontadas con la realidad de mis clientes (y la mía propia):
1. Cultivar la resiliencia
Papel: Aceptar la incertidumbre como algo natural y ver los desafíos como oportunidades de crecimiento puede ayudarnos a recuperarnos de contratiempos de una nueva mudanza.
Realidad: Las personas que se han movido muchas veces de un lugar a otro no tienen que cultivar la resiliencia, simplemente porque ya son resilientes al 200%. La incertidumbre forma parte de nuestro día a día, desde "¿dónde voy a vivir después del Airbnb?", pasando por el "¿me devolverán la fianza cuando me vaya a otro país?", "¿Cómo funciona el transporte/servicio médico... aquí?", "¿Y si no me renuevan la visa?" La lista es infinita en el día a día.
2. Fomentar conexiones
Papel: Si bien las mudanzas frecuentes pueden interrumpir las conexiones sociales, hacer un esfuerzo por cultivar nuevas relaciones y mantener las existentes es crucial. Aprovechar la tecnología para mantenerse conectado con amigos y familiares a través de las fronteras puede proporcionar un sentido de continuidad y apoyo.
Realidad: Sinceramente, este consejo me pareció insultante a la inteligencia de los desarraigados. Los que vagamos por el mundo conocemos las mil y una aplicaciones, grupos de FB, Whatsapp, MeetUp, etc. para conocer a gente nueva en el lugar nuevo. Y es que el tema no es conocer gente, sino: "¿De verdad me queda energía para conocer a gente a la que probablemente nunca vea más a partir del mes/año que viene?", "¿Cuántas despedidas más podré soportar?". Y luego el segundo consejo, el de llevar una vida virtual paralela con el país de origen, sea probablemente lo opuesto a esforzarte en armar una vida social en el país de destino.
3. Priorizar el autocuidado
Papel: Practicar rutinas de autocuidado, como ejercicio regular, mindfulness y sueño adecuado, puede ayudar a mitigar el estrés asociado con el desarraigo. Participar en actividades que brinden alegría y relajación puede servir como anclas en medio del tumulto del movimiento constante.
Realidad: Aquí sí estamos de acuerdo.
4. Buscar apoyo profesional
Papel: Buscar orientación de profesionales de la salud mental o unirse a grupos de apoyo para expatriados y nómadas digitales puede proporcionar recursos valiosos.
Realidad: También de acuerdo.
5. Aceptar la curiosidad cultural
Papel: En lugar de ver el desarraigo como una barrera, abrazar la oportunidad de sumergirse en nuevas culturas y experiencias con el fin de fomentar un sentido de emoción y enriquecimiento, mitigando sentimientos de alienación.
Realidad: Véase punto 1.
¿Entonces qué?
El desarraigo es una experiencia multifacética que afecta profundamente la salud mental y el bienestar emocional de las personas. Al reconocer los desafíos que presenta e implementar estrategias proactivas para el autocuidado y la resiliencia, podemos autoayudarnos a crear un sentido de estabilidad en medio del constante flujo. Aunque es cierto que en medio de la turbulencia del desarraigo, siempre existe el potencial para el crecimiento y el autodescubrimiento, también es muy fácil sentirnos totalmente perdidos. En estos casos, busca ayuda, y pregúntate si un arraigamiento autoimpuesto no podría ser una alternativa.
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